Sobre la Danza
Un vistazo, una reflexión
¿De qué se trata?
"...la composición coreográfica como la posibilidad de generar un conjunto armónico o disarmónico, donde confluyen y se articulan elementos heterogéneos o similares para estructurar un tejido envolvente que les dé un valor y un sentido general..."
Del programa de CREACIÓN Y COMPOSICIÓN COREOGRÁFICA.
Maestro David Suárez
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Bogotá y su composición
Bogotá, una ciudad tan hermosa como caótica, que me cuenta su propia historia. Ella me muestra su dolor y sus sueños a través de la ventana del bus, en mi ir y venir por sus ruidosas calles.
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Yo, el otro, el entorno
La danza es como un libro, (dice mi maestro), compuesto por 3 capítulos fundamentales y
todos se basan en el cómo nos relacionamos.
Primer capítulo, el Yo.
La invitación constante a la autobservación, la autocrítica, el autocuidado, el amor propio. Mi relación conmigo misma es absolutamente fundamental, para lograr mis objetivos en la vida y en la danza. Detenerme de cuando en vez y abrazarme (física y metafóricamente hablando), agradecerme, alimentar mi cuerpo, mi mente y mi espíritu con cosas colmadas de sentido. Sentirme. Reconocer la fluidez del aire que entra, me recorre danzando y sale con microfragmentos de mi esencia entregándoselos al universo. Yo, desde la infinidad de posibilidades y mis limitaciones. Yo, desde lo holístico y lo banal. Yo, desde la redondez de mi cuerpo y la gravedad que me hala. Yo, desde mis anhelos y mis encuentros, mis demonios y mis ángeles, mis rincones oscuros y mis ventanas de luz. Yo, desde lo que soy y lo que anhelo ser.
Segundo capítulo, el otro (otra, otre).
Entendiendo la existencia, la presencia y la importancia del otro, para el inicio de una relación que puede ser tan cambiante como la vida misma. El otro, que me entrega su “estar” mientras también está en su desarrollo mismo. El otro, con el que voy danzando con su permiso o sin él, puesto que algunas veces “resisto para dejar existir” y él hace lo mismo a ratos. El otro, que vibra, se mueve, se traslada, crea, me mira algunas veces y muchas de esas veces me logra ver. El otro, quien también está con sus afanes, con su hambre, con sus cayos y lesiones, con sus temores y ápices de valentía intentando coexistir y buscando tocar sus anhelos. El otro, que aún sin saberlo me complementa, me enriquece, me transforma, me atraviesa, me da y me recibe, me enseña. Me permite ser uno con él, con su esencia, sus movimientos, sus miradas, su estar.
Tercer capítulo, el entorno y lo que sucede en el espacio/tiempo del otro y yo.
Habito y me habita. El entorno existe por mi presencia y viceversa. Es, está, vibra, es cambiante, dinámico, tan caótico y poético como yo misma. Me baña y me permite permearlo. Me consiente atravesarlo. Mi realidad se convierte en la suya por instantes, por momentos. Nos entregamos unos cascajos de vida totalmente irrepetibles, únicos, efímeros y hermosos. Lamentablemente la mayoría del tiempo no nos reconocemos, no nos exaltamos, no nos damos una mirada detallada. Todo lo que en él es, es en mí. Indiscutible, esquivable, ineludible. Somos uno, con el amanecer y el árbol, con el salón y la silla, con la música y el silencio, con el movimiento y la pausa, pero también soy solo yo, yo misma dispuesta, atenta.
No existo sin estos 3 capítulos. No puedo, no debo olvidar que estoy en ellos y ellos en mí.
Danzo con ellos, sintiéndoles, viviéndoles, amándolos.
Calles y carreras
Moverme con unas pautas como estas, en líneas rectas sobre un tablero, y que además deben paralelas a los lados del cuadrado que representa el salón de danza, es todo un reto. Con una pregunta ¿Cómo “camino”? Para mí, la pregunta era más…¿cómo me puedo trasladar de un punto A hacia un punto B, o no hacerlo; o devolverme, o quedarme desvariando y oscilando de manera indefinida?.
Algunos de los imaginarios que aparecieron en mi cabeza como partículas de neón, encendiéndose y brindándome chispazos de posibilidades: soy la torre del ajedrez, camino, salto, entro o salgo, deslizo, voy de pie, voy en plié, de manos, me arrastro, me topo con una pared y me regresa una y otra vez como si fuera un gif, voy en una bici con el plato grande y cambio al pequeño, me detengo en un semáforo. Entonces el cuestionamiento constante aparece: ¿Cuándo habito el espacio y cuándo soy el espacio?.
Y entonces, a pesar de lo bidimensional de la pauta establecida, yo soy un cuerpo tridimensional. Soy esférica, tierra y aire, estoy presente en cuerpo, mente y mirada. Una mirada activa, vibrante, que me mantiene conectada, que me permite sentir al otro, danzar con el otro, escuchar al colectivo, formar parte de él, y crear.
Crear desde el yo, desde el otro, desde el espacio y las posibles rutas, desde el movimiento y desde la pausa “viva”. Y como no estoy sola, entonces, voy creando y aceptando la participación del otro y su movimiento. Entonces soy creación en acción, y por ende surge en mi la Composición instantánea, como por arte de magia.
Es en el instante mismo en el que habito, donde identifico los “límites” y la ausencia de ellos, y puedo volar con mi imaginación. Y tomo decisiones, muchas consientes algunas casi de manera intuitiva, y avanzo hacia delante, atrás, o de lado, o solo me detengo, me detengo y observo.
Observo al otro, su actuar, su creación en el ahí y el ahora, que me nutre. Siento el aire cálido, el sonido de los vehículos fuera del salón, la ventana que chirrea, el respirar agitado de mi compañera y algún sutil impacto de un pie contra el suelo. Y estoy, aún en la pausa, creando, alimentándome y fluyendo. Como esta ciudad que danza diariamente en el tráfico insólito e incansable; en un trafico que es en sí mismo una danza, donde todos participamos siendo y dejando ser, con todo el caos y el orden que nos invade la existencia.
Cada día tiene su propia historia
De componer un lunes cualquiera
Crear es más sobre creer. Porque soy y estoy hecha de creatividad, de sueños y pesadillas, de anhelos, de antojos, de hambre y sueño. La creación nace en la infinidad de posibilidades y de imposibilidades que me visitan, me atormentan y algunas veces me atropellan y apuñalan con incontables destellos de luz.
Caminos, puertas, interruptores, pasadizos, laberintos, rincones, escondites, lugares inhóspitos deseosos de protagonizar un momento, un espacio, un silencio, un instante caído de las manos del tiempo, el suspiro que recorre este cuerpo cansado y articulado.
...martes de luces y sombras...
De luces y sobras estamos hechos y desechos. Armando desde los jirones, tejiendo los minutos del reloj, con las manos y los pies, entre alguna alegría y alguna desilusión.
¿Qué reside en mis tinieblas que te quiero mostrar cuando tienes tus ojos puestos en mi? Y es que solo soy yo cuando danzo. Nada más me habita que yo misma. Y no es solo lo que he visto, ni lo que veré. Es el ardor de mi piel quemada por el sol, el frío de la brisa al amanecer, el rocío de la hierba tocando mis desnudos pies.
Intento dormir como lo hacen los demás, pero el canto de los pájaros que taladra mis oídos cuando el sol aún no se ha asomado, me invitan a danzar.
Me llevan a trazar movimientos cortos como pinceladas que nacen de un impulso, de un manojo de sonidos no constantes, de un estímulo unas veces cercano otras y otros en la distancia.
Y aun en suelo de piedra, mis pies desean libertad. Y duele y arde, y siento las pequeñas cortadoras que van surgiendo con cada giro, con cada torpe y truncado deslizamiento, pero no pretendo detenerme, ni situarse sabría cómo hacerlo.
Y casi sin pensar, mis manos flotan por el aire, graciosamente, como si pudiesen verlo, como si lo empujasen, como si lograra hendirlo. Me hago cóncava y convexa, raíz y rama, a veces pesada, a veces liviana. Soy entonces mis propios límites, sin estructuras ni restricciones, sin sesgos, sin comparaciones. Me discuto y me sonrío. Y juego a ser ave, serpiente, piedra, fuego, suspiro, placer, entrega.
Sí, soy todo esto. Armonías y conflictos, anhelos y sacrificios. Soy curvas, extensiones, puntas, empujes, rudeza, desierto, dolores. La leña quemándose y la lluvia cayendo, un golpe y una caricia.
Porque en mis peores pesadillas me pierdo en la quietud, en el vacío de un corazón sin ritmo, en un cuerpo sin movimiento, en una vida sin danza.
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...miércoles de ciudad...
En el mundo que habita delante y tras la ventana. La carretera, la construcción, las nubes, el tráfico, el vidrio, el ojo, las sillas, yo, el otro, lo que se mueve, y lo que solo existe detenido viendo la vida pasar y a la vez, viviendo.
Solo un ápice de lo real capturado en una simple foto de celular.
...un TBT en bucle...
Sincronización: todo en esta increíble obra.
Sincronicidad: habérmela topado en una visita al museo.
Bucle: como se viene a mi cabeza una y otra vez porque todavía no la supero.
Obra: La Huida.
Artistas: Leidy Chávez y Fernando Pareja
https://fernandoyleidy.wixsite.com/portafolio/registro
...amaneciendo a las afueras de la ciudad un viernes...
suba el volumen, cierre los ojos y pare oreja ;)
Simetría y Asimetría
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Simetría de sucesión
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Simetría de oposición
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Simetría de sucesión
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Simetría de oposición
8 acciones básicas
Según Rudolf Laban las acciones básicas del esfuerzo se pueden resumir en las siguientes 8:
Presionar, dar latigazos leves, dar puñetazos, flotar o volar, retorcerse, dar ligeros toques, hendir el aire y deslizarse.